jueves, 27 de octubre de 2011

Empezar bien el curso (III): Algunas estrategias de motivación

"Nuestra recompensa se encuentra en el esfuerzo y no en el resultado. Un esfuerzo total es una victoria completa". Mahatma Gandhi


Como recordaréis, la semana pasada hablábamos aquí del concepto de motivación y su importancia como motor para la acción, no sólo en el ámbito escolar o laboral sino en todas las facetas de nuestra vida.
Hoy quisiera detallaros algunas estrategias que ayuden a motivar a nuestros hijos en su día a día, sobre todo cuando decaen. Y de paso podemos aplicárnoslas que nos vendrán siempre bien. No olvidéis que ellos no hacen lo que les decimos, sino lo que nosotros hacemos.

  • Evitar las críticas negativas ante los intentos que hagan los niños de realizar su tarea

  • Reforzar los comportamientos de trabajo o de estudio. También siempre que hagan un intento

  • Conocer las causas del éxito o el fracaso en una tarea determinada aumenta la motivación intrínseca

  • El aprendizaje significativo (en el que tienen que relacionar información) crea motivación, no ocurre lo mismo con el aprendizaje memorístico y repetitivo

  • Es muy importante promover que los niños y/o adolescentes con un bajo nivel de motivación consigan pequeños éxitos, para que aspiren en un futuro próximo hacia metas que exigen esfuerzos superiores

  • Fomentar el trabajo cooperativo frente al competitivo

  • Promover actividades en las que los riesgos de fracaso son moderados: los padres sabemos lo que se le da bien a nuestros hijos (ej: hacer juntos un postre, jugar a determinado juego que el niño domina, que organicen actuaciones para los mayores, etc…)

  •  Favorecer el diálogo con ellos de forma que puedan expresar sus opiniones sin  miedo a sentirse rechazados por ello. 

  •  Las tareas creativas son más motivadoras que las repetitivas: intentemos fomentarlas desde casa.


Espero que os resulte útil, con constancia y dedicación se verán los resultados, ¡seguro!
Nos contaba Lucía en su comentario, que ella dedica un rato todas las tardes a jugar con su hija cuando ha terminado los deberes, y que ese tiempo le resulta especialmente motivador a la niña...¿qué soléis hacer vosotros para motivar a vuestros hijos o a vosotros mismos? Se admiten sugerencias y opiniones.

Os dejo con un vídeo de un spot publicitario muy tierno que muestra la fuerza motivadora mayor para hacer cualquier cosa: el amor.





jueves, 20 de octubre de 2011

Empezar bien el curso (II): la importancia de la motivación


"Nada sobre esta tierra puede detener al hombre que posee la correcta actitud mental para lograr su meta. Nada sobre esta tierra puede ayudar al hombre con la incorrecta actitud mental." (Thomas Jefferson) 


Antes de hablar de motivación en los niños y adolescentes, es importante que tengamos algo claro: cada persona es un mundo y debemos tener en cuenta su temperamento y sus cualidades, también en el ámbito escolar. Hay niños que son más reflexivos, se lo piensan todo mucho y otros actúan más por intuición. Algunos son intelectuales y otros aprenden por ensayo y error, porque pasan directamente a la acción (yo misma tengo un ejemplo de cada “tipología” en mi casa, así que no hay lugar para el aburrimiento!!). A todos no se les dan bien todas las materias: algunas requieren de ellos mayor esfuerzo y dedicación que otras. 

Es cierto que el modelo educativo actual “premia” más a los niños racionales, con mayor capacidad de atención, reflexión y memorización que a aquellos más emocionales y reactivos, pero los resultados académicos no garantizan una situación emocional equilibrada que debería ser lo primero y principal en la vida de un niño. Ellos buscan armonía y seguridad en su entorno. Si somos capaces de aportárselo tanto padres como profesores, los niños y adolescentes aprenderán con total seguridad. Unos antes y otros después pero aprenderán. Es importante que tengamos esto en cuenta para no forzar demasiado la máquina en pos de los resultados y finalmente sólo consigamos desmotivación total, frustración y abandono de los estudios. 



El aprendizaje está directamente relacionado con la motivación. Pensemos en aficiones que nos resultan interesantes y atractivas y observemos lo motivados que estamos antes esas situaciones. 


Entendemos por MOTIVACIÓN el conjunto de variables intermedias que activan la conducta y la orientan en un sentido determinado para la consecución de un objetivo. O lo que es lo mismo, la motivación es el MOTOR de la acción. 

En la motivación de un alumno desempeña un papel fundamental la atención y el refuerzo social que reciba del adulto (profesor, padres, abuelos...). Por eso son importantes las expectativas que los adultos manifestamos hacia ellos y las oportunidades de éxito que les ofrecemos.

Como comentamos en la entrada anterior, la motivación precisa enseñar valores superiores como la satisfacción por el trabajo bien hecho, la superación personal, la autonomía y la libertad que da el conocimiento. También, la motivación es una cuestión de procedimientos que implica un trabajo importante: utilizar autoinstrucciones, relacionar contenidos, trabajar en equipo, etc. Y por último, exige conocimiento sobre el riesgo que se corre en caso de fracasar en el intento o por el contrario, la satisfacción que supone la obtención del éxito. Y este tema es enormemente importante porque nos encontramos en la consulta, un problema cada vez más común: la incapacidad de niños y adolescentes para aceptar que se equivocan o que no siempre pueden hacer lo que quieren. En psicología se denomina: Intolerancia a la frustración.



Podemos distinguir DOS TIPOS DE MOTIVACIÓN: una intrínseca que hace referencia a que la meta que persigue la persona, es la experiencia del sentimiento de competencia y autodeterminación, que produce la realización misma de la tarea y no depende de recompensas externas. Es el caso del niño que aprende la lista de jugadores de un equipo de fútbol porque realmente le llama la atención, le motiva, significa algo para él, y lo hace sin pretender ninguna recompensa, la aprende porque sí. Y la motivación extrínseca que estaría relacionada con la realización de la tarea para conseguir un premio o evitar un castigo. Como cuando un hijo ordena su habitación con el único fin de salir antes con los amigos y no porque realmente es necesario estar en un espacio ordenado porque resulta más cómodo. O como cuando hacen un recado para acercarse al quiosco y comprarse alguna golosina, etc.

Se ha demostrado, que las personas con alta motivación persisten más en la tarea y por tanto es más probable que alcancen sus metas. Hacen juicios independientes y se proponen retos, sopesando cuidadosamente sus posibilidades de éxito. Cuando fracasan no se sienten hundidos ni indefensos, aprenden la lección, y tanto la experiencia de éxito como la de fracaso refuerza o mejora su forma adecuada de afrontar las tareas.



Pero, ¿QUÉ ES ESTAR MOTIVADO? Para motivar a un niño en el estudio, como en cualquier otra actividad, es necesario poner en juego un conjunto de estrategias concretas. Un primer paso en el medio escolar es hacer las clases atractivas a través, por ejemplo, de actividades lúdicas, novedosas, sorprendentes. Pero dependiendo del nivel educativo en que nos encontremos, sabemos que las situaciones escolares son con frecuencia arduas y requieren disciplina y esfuerzo. Es sabido que el trabajo escolar requiere esfuerzo, y debemos desterrar que el esfuerzo es sinónimo de aburrimiento; es necesario llegar a la conclusión de que vale la pena esforzarse en actividades que realmente merezcan la pena.


Las CAUSAS DE LA DESMOTIVACIÓN son muy variadas. Hay que buscar fundamentalmente en la estimulación que recibe o ha recibido la persona y en su historia de aprendizaje personal. Podemos encontrar explicación a esta pregunta en factores como la familia como primer agente, pero también un entorno social desfavorecido, los fracasos escolares que arrastre, etc. La desmotivación supone la existencia de trabas contra las que es muy difícil luchar, tales como las bajas expectativas y atribuciones inadecuadas (“los profes me tienen manía, las mates son muy difíciles, soy tonto y no sé hacer nada…”), falta de hábitos, prejuicios, falta de conocimiento y habilidades, etc. Siendo conscientes de esas "auto limitaciones", podremos ayudarles a vencerlas.

Sin duda, la desmotivación está en la base del fracaso escolar y, con frecuencia también, en los problemas de disciplina y de educación en el esfuerzo. De ahí que insistamos tanto los educadores en la importancia de inculcar los valores en casa y la comunicación constante y fructífera entre padres-madres e hijos.


¿CUÁLES SON LAS FUENTES PRINCIPALES DE MOTIVACIÓN?

La familia es la primera variable y la más constante; la disposición para aprender se la enseñamos a nuestros hijos con nuestras preguntas y comentarios, o siendo modelo o ejemplo en nuestra vida cotidiana. En el ámbito familiar podemos citar tres aspectos que tienen una influencia destacada en la motivación escolar de los hijos: 
  • La actitud ante el conocimiento y el colegio 
  • El tipo de relación afectiva que establecemos con los hijos 
  • Las destrezas y habilidades que utilizamos para motivarle y ayudarle en el trabajo escolar



El ámbito escolar es el segundo factor motivador. Sabemos que mientras que hay alumnos que realmente animan y ayudan al proceso de enseñanza y aprendizaje, otros, por el contrario, dificultan y entorpecen, por lo que debemos reconocer que todo lo que se realiza en la escuela tiene una influencia mutua, existe una interdependencia entre la actuación del profesor y el comportamiento y actitudes que manifiesta el alumnado en general.


La motivación es una capacidad más de la personalidad que es educable y se puede desarrollar, pero que a su vez, exige una adaptación a muy distintos niveles. Para empezar a motivar a un niño o adolescente hacia los estudios, hay que considerar su historia e ir poco a poco, sin pretender grandes avances de inmediato, puesto que contamos con limitaciones ya citadas anteriormente. Los cambios precisan tiempo, son lentos. Para conseguirlos hace falta que las ayudas no desaparezcan, que sean constantes. Así que, queridos padres y madres...mucho ánimo y paciencia!

Ah! y no os perdais la próxima entrada del blog, que estará enfocada en estrategias de motivación concretas, espero que os resulte práctica e interesante...ya me contareis.

Hoy os dejo con un vídeo de un hombre cuya motivación principal es VIVIR a pesar de sus limitaciones. Si vuestros hijos son lo suficientemente mayores (a partir de 7 u 8 años lo pueden entender), os recomiendo que les enseñéis la valentía, la generosidad en compartir su experiencia y la fuerza inspiradora de esta gran persona. 

miércoles, 12 de octubre de 2011

Empezar bien el curso (I): Valores y comunicación

"Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo".
Benjamin Franklin (1706-1790) Estadista y científico estadounidense.


En esta ocasión, quiero detallaros aspectos generales del modo más constructivo de enfocar el curso académico de nuestros hijos, desglosándolo en diferentes entradas en las que abordaremos temas clave para comentar y debatir, desde la importancia de la educación en valores a cómo afrontar el momento de los deberes para que no se conviertan en "pesadilla" familiar.
Es importante plantearse objetivos personales y no solo académicos con nuestros hijos. Muchos padres y madres sólo hablan con ellos de su día a día en el colegio pero no saben nada acerca de lo que les interesa o les motiva.



Los padres debemos ser COHERENTES, no podemos pedir lo que no somos capaces de dar. Tenemos que preguntarnos si también estamos transmitiéndoles valores fundamentales para su vida diaria o solo nos focalizamos en la parte académica de su educación. Los valores se transmiten no sólo hablando sobre ellos sino, sobre todo, dando ejemplo, por imitación. Nos guste o no, somos el espejo en el que se miran, el ejemplo a seguir.

Algunos padres se preguntan a qué nos referimos cuando hablamos, profesores y educadores, de la importancia de educar en valores en el ámbito familiar. Esa pregunta debemos responderla cada uno de nosotros tras una pequeña reflexión sobre lo que deseamos para nuestros hijos. Existen valores universales, (aunque últimamente denostados) que todo ser humano debería llevar ya desde casa a la escuela, y que es labor de los padres transmitir, por ejemplo: el esfuerzo, la atención, la organización, la paciencia, la responsabilidad...
No podemos olvidar que la relación fundamental en la vida de un niño, es aquella en la que existe mayor constancia y confianza, es la relación que tiene con sus padres. A través de esa visión y responsabilidad, podremos enfocar todo el curso académico con más acierto que bajo el yugo agotador de los resultados y el curriculum. 


Es muy importante también, darle espacio a las emociones y sentimientos que experimentan y que todavía no saben gestionar. Los padres deben ESCUCHAR a sus hijos. Algunas veces sólo se dan cuenta de que tienen un problema si bajan su nivel académico, por lo que es necesario prestar mucha atención y dedicar un momento todos los días a hablar y ESCUCHAR a nuestros hijos, para poder conectar realmente con ellos y con sus emociones. Si se sienten escuchados, se sienten queridos e importantes por lo que son independientemente de los resultados que obtengan en el colegio u otras actividades extraescolares.
Habitualmente vienen a consulta muchos niños y adolescentes con trastornos de ansiedad por la presión a la que se les somete desde su entorno familiar.



¿Cómo escucharles activamente? Si no tenemos el hábito de la charla tranquila a diario, sería bueno implementarlo poco antes de ir a dormir, en un entorno tranquilo, sin ruidos ni distracciones, en actitud abierta y disposición de escucha. De ese modo crearemos una confianza inquebrantable muy necesaria para que se dé una comunicación fluida y sincera entre ambas partes. 


¡¡Tomémonos tiempo para lo importante en vez de para lo urgente: hablemos y escuchemos más a nuestros hijos!!

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Este corto ilustra de forma muy divertida, una situación posible de comunicación padres-hijos. NO OS LO PERDÁIS!!

miércoles, 5 de octubre de 2011

Pautas para marcar límites


“Si quieres aprender, enseña”.
  Marco Tulio Cicerón (106 a.C.- 43 a.C) Escritor, orador y político romano.


Muchos padres y madres acuden a consulta con niños y adolescentes, planteando problemas en la convivencia que, en la mayoría de los casos, son debidos a la falta de normas claras en casa.
Pretendo aportar, desde aquí, unas cuantas pautas para marcar esos límites necesarios en nuestras relaciones familiares, al igual que necesitamos un código civil o un código de circulación para que se establezca un cierto orden en nuestra vida en comunidad. No es necesaria una larguísima lista de normas que todos sabemos que no se cumplirán. Es mucho más efectivo establecer solo cuatro o cinco límites básicos y ser más flexibles en lo demás para poder adaptarnos a los cambios que mostrarán los niños a lo largo de su desarrollo.


Así pues, aquí os detallo la manera más efectiva de marcar límites en niños y adolescentes, con algunos ejemplos que, espero, ayuden a entenderlo mejor:



1.- El mensaje o la norma debe centrarse sobre la conducta

Si queremos que un niño haga o deje de hacer algo, hay que decírselo con claridad, centrándonos en lo que queremos que haga o deje de hacer, es decir, en la conducta en cuestión, no en la actitud o en la valía del niño.
Ejemplo: si el niño nos interrumpe cuando estamos hablando con otra persona, habría que decirle “Espera a que termine de hablar” o “No me interrumpas cuando hablo con otra persona”, en vez de “No seas pesado” o “Compórtate como un niño mayor”.


2.- Ser lo más concretos posible

Pedir las cosas que queremos de ellos de la forma más precisa posible. Normalmente nos vamos por las ramas a la hora de pedirles que hagan algo o damos más de una orden a la vez, lo cual perturba al niño, no entiende ni procesa la información y por tanto no puede cumplir con lo que se le pide.
Ejemplo: Daniel, quítate la ropa, échala a lavar y métete al baño, esta orden sería del todo inadecuada, y más para los pequeños ya que no pueden procesar más de una tarea a la vez. Probablemente además se lo digamos desde otra habitación de la casa, sin comprobar si está centrado en lo que le estamos diciendo o está en otra cosa…
Lo correcto sería ponerse delante de él, bajarnos a su altura para comprobar que nos mira y pedirle: Daniel, ve quitándote la ropa, por favor.
Otro ejemplo con adolescentes sería la hora de establecer el horario de llegada a casa de un adolescente habría que concretar, por ejemplo: "Vuelve a casa antes de las 10". No sería adecuado el mensaje "Vuelve pronto" o "No llegues tarde".



3.- Hablar con calma, no hace falta gritar

Dar las órdenes o instrucciones en un tono de voz normal puede trasmitir más firmeza que dar un grito, que sólo significa que se empieza a perder el control de uno mismo. Y seguro que no es eso lo que queremos que aprendan...



4.- Si es necesario, fijar la consecuencia que traerá  consigo el incumplimiento de la norma o límite

En el ejemplo anterior del horario, si pensamos que el adolescente puede saltarse la norma sería bueno el recordarle la consecuencia: "Ya sabes que si llegas más tarde de las 10, el próximo sábado no podrás salir".
Con niños más pequeños, simplemente consistiría en retirarle un refuerzo potente para él si incumple la norma, por ejemplo, no vería la tele ese día.


5.-  Y lo más importante: actuar en consecuencia.

Un límite es firme si siempre lleva aparejada la consecuencia. La consistencia es el punto más importante del establecimiento de límites: cuando el niño sabe que siempre sus padres actúan como han acordado, tendrá en cuenta la norma y la respetará. Si ve grietas o que algunos días se relajan los padres (o uno de ellos) en aplicar la consecuencia, nunca interiorizará ese límite y seguirá probando hasta donde puede llegar.