miércoles, 27 de junio de 2012

¿Hablamos de sexo?

El sexo sin amor es una experiencia vacía. Pero como experiencia vacía es una de las mejores.
Woody Allen


¿Os acordais de los míticos rombos de la tele? Como diría mi admirado Goyo Jiménez (el de los monólogos), para los de la LOGSE: eran esos símbolos que desde nuestra más tierna infancia nos advertían de lo que podíamos ver y lo que no era apto para menores por contener escenas de violencia, terror o sexo (aunque en realidad bastaba un leve escote, unas sugerentes piernas o algún desliz en el lenguaje para que se ganaran los dos rombazos pertinentes). La verdad es que se lo ponían mucho más fácil a los progenitores que, practicamente no tenían ni que hacernos un gesto disuasorio. Todos estábamos perfectamente enseñados y en cuanto asomaban los dos rombos en la pantalla, agachábamos las orejas y nos encaminábamos dócilmente a nuestros aposentos.
Al igual que con las cancioncillas de "vamos a la cama" o "un globo, dos globos, tres globos", los rombos conformaron el ejemplo más evidente de "condicionamiento clásico" (aprendizaje basado en el estímulo-respuesta), un límite claro en nuestra infancia sobre lo que era adecuado o no, sin apenas participación de los padres. No había lugar para la negociación o la queja, y ante el mínimo amago de rebeldía por nuestra parte, los adultos nos espetaban: "pero, ¿no ves que tiene dos rombos?". Ahí se terminaba la historia, no había otro argumento, eso no era para nosotros y punto.




A los padres de ahora nos resulta mucho más complicado "controlar" lo que ven nuestros hijos en la televisión, porque cualquier inocente zapping te coloca a unas estupendas muy ligeritas de ropa contoneándose a cualquier hora del día, "edredonings" (¿¿??), jacuzzis efervescentes de machos alfas en plena demostración de su "hombría", etc. que provocan mil y una dudas entre nuestros tiernos cachorrillos antes de que podamos apretar el maravilloso botón de apagado de la caja tonta.
Lo cierto es que esta generación tiene acceso a estas cuestiones mucho antes y más a menudo que nosotros: la televisión e internet les permiten llegar a esa información sin que apenas estén preparados para asimiliarla ni entenderla y por supuesto sin que nosotros, los padres, estemos listos para explicar algo comprensible al respecto...
Seguramente a casi todos nos parece que es demasiado pronto, pero así está la cosa.




Cuando los niños son pequeños, es fundamental que nos limitemos a contestar sólo por lo que nos preguntan sin pretender ir más allá (no dejeis de ver el video que os anexo).  Las respuestas deben ser breves, claras y, como siempre en una actitud explicativa, sin prejuicios ni afectación. Si ellos notan que alguna pregunta puede resultarnos incómoda, les intrigará, querrán saber más e insistirán para ver simplemente nuestra reacción. Mi experiencia es que los niños se preguntan sobre muchas cosas, si afrontamos esas inquietudes con temple, normalidad y ayudándonos de buen material, sus dudas se verán disipadas al menos en esa etapa y no convertirán el asunto en un tabú. A mi hijo, con 8 años, le interesó saber más sobre astronomía y, a la vez, por algunas cosas que sucedían en su cuerpo y no comprendía. Nos agenciamos un buen libro sobre estrellas y otro sobre sexualidad, leimos ambos y los comentamos (con más risas en el segundo porque se hablaba de penes y vulvas) y después de unas cuantas preguntas técnicas resueltas y otras metafísicas sin respuesta (porque ya entendió que no lo sabemos todo) se zanjó el asunto... hasta la siguiente duda. Entre los 6 y los 9 años aproximadamente, ya tienen conciencia de las diferencias entre niños y niñas. Es mejor no irse por los cerros de Úbeda ni meterse en lios de cigüeñas porteadoras. Verdades a su alcance, palabras que puedan entender, mensajes cortos y sencillos. Menos es más.



En la preadolescencia, entre los 9 y los 12 años, se cimenta la fluidez en la comunicación entre padres e hijos en aspectos de sexualidad. A esta edad, tened por seguro que ya han hablado del tema con amigos y compañeros. Es bueno que abordemos el asunto con naturalidad e incluso aprovechar alguna oportunidad para crear una conversación libre y abierta sobre ello, para que pueda expresar sus dudas e inquietudes. Debemos ser siempre muy sinceros en las respuestas y entender que les van surgiendo cada vez más cuestiones: homosexualidad, transexualidad, métodos anticonceptivos, enfermedades de transmisión sexual, etc.



Finalmente, en la adolescencia, de los 13 a los 18 años, se trata de un tema presente y a veces preocupante tanto para los padres como para los hijos. Es en este punto en el que se va a reflejar todo el trabajo que hemos hecho anteriormente. Si se ha proporcionado un clima de confianza y se ha dado en casa una comunicación fluida y natural, los adolescentes recurrirán siempre a sus padres porque saben que van a contar con su ayuda y apoyo incondicional. Lo que tenemos que plantearnos los padres es si podemos y queremos enfrentarnos a esta realidad inexorable de su desarrollo o preferimos vivir en la ignorancia sobre lo que hacen porque no queremos ver ni saber ni aceptar...






Sé que este video lo puse en otra entrada del año pasado, pero ¡¡ me viene taaan bien para ilustrar lo que es una explicación materna "fuera del tiesto"!!
¿Qué quiere decir "virgen"?

Como siempre, vuestras aportaciones pueden ayudarnos a todos (a mi desde luego me hacen aprender tanto), animaos a opinar!!

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